Basílica Teresiana · Alba de Tormes

El SILENCIO DE ANTONIO NAVARRO

Me gusta enfrentarme al silencio, al concepto, a la idea, a la forma, al sonido que no tiene y a su representación, si se deja. Resulta algo sutil y resbaladizo a la hora de, si acaso, intentar definirlo.  El solo planteamiento de su existencia resulta todo un desafío a la realidad que nos ha tocado vivir, donde a malas penas, el ruido y el bullicio que permanentemente nos acompañan, permiten una pequeña introspección, o nos dan una tregua para tener siquiera conciencia de que si, de que el silencio existe; existe en su calidad de elemento evocador; de ente aislante de la mezquindad  vacía y de medio hacia la verdadera realidad, hacia la pureza en su único estado; de reflexión pasada, presente y futura para interpretar sencillamente lo inaccesible, lo desconocido (que no tiene porqué ser necesariamente el ostracismo de nosotros mismos) sencillamente porque no nos damos cuenta, porque no queremos verlo ni saberlo, porque nos da miedo reconocer que el silencio está en todas partes. Si, así es, está a tu lado, al mío, en ti, en mí, donde mires, si quieres lo puedes ver.

Antonio Navarro se atreve en su extrema osadía, a dialogar con el silencio, a traspasar las barreras de lo permitido (o de lo deseablemente permitido), creando con ello una situación muy especial porque éste le responde no en su languidez, sino en la profunda contundencia de su presencia. Su obra, resulta ser la epifanía de esa aproximación (al silencio) con resultado feliz, quizás, porque consigue darle forma y éste (el silencio) agradecido le complace. Se muestra inmune, seguro, digno, suficiente, majestuoso, ante los que tanto le han ignorado y los que tanto le han buscado sin encontrarlo. Ahora está ahí para todos, sin discriminación alguna, y las respuestas están en las pupilas de los espectadores, que asombrados siguen la imagen, la sombra, la luz, la evocación, la música que el silencio de Antonio Navarro nos transmite en su obra.

Sí, Antonio Navarro desafía al ruido y al bullicio, callándolos y reduciéndolos al silencio, dejando que éste sea el protagonista único de un espacio, pourquoi pas? robado, si, robado para ser re-creado en otro entorno, en otra atmósfera, en otro sitio donde cualquiera lo pueda sentir, si quiere, o le pueda preguntar si lo que quiere es hablar con él, como hace nuestro artista. Él interpreta el silencio, su silencio, para que lejos de estar callado, nos hable desde su mudez, desde su inquietante existencia, dejando que permanezca inalterable a su propia presencia, en lo que podría parecer un juego, pero que no lo es, nada más lejos de la realidad. Es  el encanto de lo increíble cuando se hace accesible; es la locura de hacer real algo que está, pero que no se ve; es la fuerza del sentimiento sobre la razón; es la emoción de la idea cuando toma forma; es la excitación de la vida que atrapa sin más; es el silencio de Antonio Navarro.

Pilar Escanero de Miguel

Profesora Titular Universidad Miguel Hernández de Elche.

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